Durante todo el verano, los creadores de T3P hemos continuado escribiendo la versión oficial del juego y realizando montones de sesiones de testeo (que esperamos continuar). Tenemos que agradecer la disposición y el ánimo que los jugadores escogidos han demostrado. Venimos comprobado que el juego no sólo entretiene, sino que provoca cierta adicción por mejorar y transformarse en un verdadero héroe. Para los creadores, esto significa que hemos cumplido otro objetivo.
También debemos agradecer la infinita paciencia de nuestros jugadores. Todos aceptaron lanzarse a probar T3P a sabiendas de que podrían cambiar reglas y conceptos durante las partidas, pero aún así, siempre es un fastidio que "capen" algún aspecto del juego que beneficie a tu personaje. A todos vosotros, gracias.
Por ello, la entrada de hoy la dedico a Aleiea; ese mundo que va creciendo gracias a todos los que, de una manera u otra, os estáis involucrando en un proyecto tan ambicioso. Lo que vais a leer está sacado de la versión oficial del juego. Que lo disfrutéis.
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Aleiea es toda la
tierra ubicada alrededor del mar de Basara, que sirve como ruta marítima de
comercio para pergas, seritios y menérios. Al oeste, el mar se abre a una
majestuosa inmensidad de agua. Más allá, según dicen, la tierra termina en un
gigantesco precipicio que conduce a la nada. Algo parecido sucede con la
extensión de tierra al este. Setia y Raddashay se han extendido todo lo que han
podido en esa dirección, pero la tierra continúa, dando paso a un terreno
agreste e inexplorado.
Hacia el sur, más allá de las tierras de Méner y de lo
que antaño fueron los dominios de Nuan Taii, Aleiea se transforma en un
desierto intransitable. El terreno fértil va dando paso a las dunas, hasta que
todo se transforma en un mar de arena, dorado e infinito. Sólo unos pocos se
han atrevido a viajar a través de estas tierras, pues el intenso calor y la
falta de alimento vencen hasta el ánimo más fuerte; sin embargo, algunas
leyendas menérias cuentan que Setek, el dios del desierto, tiene su morada en
el extremo sur del mundo. Observa la tierra desde una montaña de la que mana
arena, que como una silenciosa plaga va extendiéndose hacia los dominios de los
hombres.
Al norte, el bosque
de Sálix va poco a poco perdiendo su frondosidad, para transformarse en un
cementerio de árboles retorcidos y antiguos. Poco a poco, la misma tierra
también cambia. Primero pierde consistencia y se transforma en un barro
pestilente; pero luego se va cubriendo de nieve y volviéndose más escarpada. Al
final, las brumas de Nifheim lo llenan todo. Es la tierra helada propiedad de
los Jormungard, donde tienen su morada antiguos monstruos que se creían extintos.
Aquí también viven los gigantes; poderosos humanoides de varios metros de
altura, que atacan a cualquiera que cruce sus tierras. No se tiene recuerdo de
nadie que haya tenido el valor de continuar más hacia el norte, pero se dice
que tras muchas jornadas la nieve da paso a un mar perlado de icebergs y
niebla, y que a lo lejos, si uno aguza la mirada lo suficiente, puede
distinguirse una monumental columna recortando el cielo. Es el pilar de
Jormungard, la monstruosa serpiente de la que salió la enloquecida raza que no
hace otra cosa más que gritar su nombre.
Sin embargo, no hace
falta marcharse lejos para hallar tierras peligrosas. Entre la frontera
suroccidental de Setia y la nororiental de Méner se ubica una extensión
conocida como el Yermo Rojo. Aparte de unos pocos nuan que han escapado de sus
amos, nadie osa vivir allí. Las caravanas que han de cruzar esta tierra lo hacen
a la mayor velocidad posible y, con frecuencia, parapetadas tras los escudos y
las lanzas de mercenarios a sueldo. El Yermo puede parecer deshabitado… pero no
lo está. En el viven las criaturas más temibles de Aleiea, dispuestas a abrir
las entrañas de cualquier cosa que se mueva, pues, ¿acaso pensabas que el Yermo
Rojo se llama así únicamente por el color de su tierra?
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